En las carreteras que en ocaciones se ven mohosas y viejas como si conducieran a una tierra de olvido y desmoronamiento sucesivo, siempre hay una salvación, una mancha de color inmesurable que puede expulsar cualquier tipo de estremecimiento... la búsqueda.
No una búsqueda establecida y medida, incluso predestinada (esa vive en el mimso ser, pero en dimensiones temporales distintas), sino una curiosidad desprevenida, una curiosidad que se sorprende de pequeñas cosas, de minúsculos espacios de alegría, una curiosidad de asombro. "Cronicas de mi psique" vale para este campo subjetivo un orificio tan grande, que la materia prima para llenarlo, así sea infinita en sí misma, no podría saciarlo nunca.
En este apartado estaremos en una constante interrogación que viaja por acontecimientos de nuestro pasado, por los vericuetos de las letras que pertenecen a la historia inseparable de nuestros abolengos. La búsqueda le permitirá a estas letras tomar una voz distinta, la propia, la crítica, la de las mismas palabras que la expresan ya que el lenguaje es dueño de lo que calla y esclavo de lo que pronuncia (¿o esclavo de lo que calla y dueño de lo que pronuncia?) su mensaje, por más que se se quiera objetivar, siempre tendrá más carga subjetiva, así sea sobre echos reales.
Luego de un receso de movimientos silenciosos y rostro duro, cada parpadeo fue casi un incendio, cada reflejo cadente de los aleteos de mayor vuelo se fueron perdiendo en un diabólico Vals de Mefisto...
ES NORMAL QUE ESTÉ LLOVIENDO EN AGOSTO
Coronel Aureliano Buendía
A pesar del inicio, no hablaré de Cien Años de Soledad. Es solo que me cuesta aceptar que algo que creí maravilloso, así como Gerineldo lo creyó, no sea más que un acontecimiento de año tras año. Creí que alguna fuerza extraña hacía que del cielo se desprendieran gotas de felicidad o de tristeza, que el alba se despertaba con llantos mojados y embadurnados por el frío áspero del tintineo acuoso, y peor aún, relacioné este acontecimiento mágico con un día en específico, como si hubiese sido designio fatal que todos los años en ese día la tierra se bañara con el rocío del candor veraniego. Fallé en la imaginación, como se falla en los sueños, pero el veredicto se ha cumplido juiciosamente año tras año.
A pesar de la anterior reflexión no deseo hablar de las lluvias de agosto, ya que no son las únicas, así como el único modo de lluvia no es agua que cae del cielo. En esto era muy instruida Alejandra Pizarnik, vasta con ojear su poema "Amantes":
Una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío.
Erotismo como canción a la superficie marítima del hombre, al caudal por el que corren sus más intimas sensaciones, rocío de juego de caricias, escencia de rimas de acacias plantadas en el oído. otro tipo de rocío, más denso y tibio, más imponente y necio. De ese que uno mismo llama cuando ya no hay más salida, que nace del alma y no se aburre amando y odiando.
La poesía es la literatura de la verdad, y aunque algunos piensen que no dice nada, esa es una verdad para ellos, y si lo piensan, nada es más compacto y verídico que el silencio. La poesía es el lenguaje de la verdad, pero por el hecho de que sea verdad no quiere decir que sea fácil de descifrar, ni de leer, incluso de tomarle afecto. Si me preguntan diría que la verdad es como un niño recién nacido, exhala la belleza de su vida, del hecho de ser hermoso por venir al mundo, así llegue embadurnado de sangre, gimiendo, arrugado, morado y herido. Así es la verdad, hermosa por su nombre, no por su contenido. Estas dos formas de rocío y lluvia de agosto son naturales, mi orbe se repleta de ambos, pero hay otro en especial del que quiero ensayar esta noche... hablo del rocío musical.
Odio decirlo pero la música me ha abarrotado mis manos, mis pies, mis ojos e incluso mi espíritu. Incapaz de interpretarla desde siempre, la siento como si fuera mía, como si las notas cayeran sobre mis oídos como agua y se introdujeran por ellos como serpientes adornadas de pequeños saltos, como una lluvia en el agua, como los magníficos reflejos en el agua... Debussy, el más influyente de los interpretes para mis sentidos. La serpiente se implanta en su desidia como notas cadentes de Listz en el Valle de Oberman, entonces me lleva el rocío anfibio por cometas marinas como ánforas con aberturas arcaicas y fragmentadas, cada vez que entro en su materia una parte de mi se corta en el borde y se mezcla el rocío con mi sangre hasta que ya no respiro sino la mezcla de notas y el sudor de mis sentidos.
Nima Sarkechik, pianista del Conservatorio Nacional de Música de y Danza de París, le relató al público la hermosura de la obra del pianista Listz. Entonces descubrí que las notas amorfas en mi vientre y mente no eran serpientes sino crisálidas de recogimiento. El recogimiento de Listz, decía Nima, es la melodía infantil y bella, son las notas de caballería blanca y cabellos dorados, aromados con manzanilla y de pies arrugados, como la verdad, un recién nacido. Las notas se alternan amorosamente como una madre que mece la cuna de su hijo y pasa el viaje a la semilla. Cierro los ojos como un desalmado y me covierto en la persona más egoísta del planeta -existo solo con las notas -existo solo con las notas y la oscuridad que deleita los sonidos. Nima no se cansó de repetirlo la noche entera -El recogimiento de Listz -su vuelta a la infancia, su amor al ser propio y su educación, la dedicación a la forja de su ser. Allí habitó un espíritu.
Las crisálidas nacen con el estallido de los aplausos, así no pueda cambiar de puesto en mi silla para pararme, me regocijo de la satisfacción tan inmensa del canto que me embarga. Azules fueron las mariposas que volaron sobre el espectáculo, lugo vinieron a posarse sobre los más pendientes y ellos asintieron con su corazón la dicha del canto en vivo.
Luego de un receso de movimientos silenciosos y rostro duro, cada parpadeo fue casi un incendio, cada reflejo cadente de los aleteos de mayor vuelo se fueron perdiendo en un diabólico Vals de Mefisto...
¡Cómo vuelve a hervir, cómo torna el arder! ¡Ve allá y consuélala, loco! Allí donde una cabecita cual la tuya no ve salida alguna, al punto se imagina que aquel es el final. ¡Tú estás ya de tuyo lo bastante endemoniado, pero para mí no hay cosa más patética que un demonio desesperado.
Y como si fuera Fausto bailaron los demonios en mi mente mientras de mí se moría un alma jóven y bella de amor incondicional. El Vals Mefisto Nº 1, ambienta los alrededores de la conquista de Fauto a Margarita. Fausto y Mefistófeles... la música infernal sigue, los amantes se aman y el infiero se abre para recibir a Fausto. Esto sucede en la versión que nos dio a conocer Nima, en ese magífico Vals se desciende al infiero, y se vuelve ileso, diferente pero ileso. Sin ningún rasguño más que una abertura en el alma que dejó una crisálida que voló muy lejos con sus notas, aquellas que no retumbaron más que en mi imaginación.